-Es preciso que t· y los tuyos tengßis paciencia, amigo Cadalsito, mucha paciencia.
Luis suspir≤ con mßs fuerza, y sintiendo su alma libre de miedo y al propio tiempo llena de iniciativas, se arranc≤ a decir esto:
-┐Y cußndo colocan a mi abuelo?
La excelsa persona que con Luisito hablaba dej≤ un momento de mirar a Θste, y fijando sus ojos en el suelo, parecφa meditar. DespuΘs volvi≤ a encararse con el peque±o, y suspirando, ítambiΘn Θl suspiraba!, pronunci≤ estas graves palabras:
-Hazte cargo de las cosas. Para cada vacante hay doscientos pretendientes. Los ministros se vuelven locos y no saben a quiΘn contentar. Tienen tantos compromisos, que no sΘ yo c≤mo viven los pobres. Paciencia, hijo, paciencia, que ya os caerß la credencial cuando salte una ocasi≤n favorable... Por mi parte, harΘ tambiΘn algo por tu abuelo... íQuΘ triste se va a poner esta noche cuando reciba esa carta! Cuidado no la pierdas. T· eres un buen chico. Pero es preciso que estudies algo mßs. Hoy no te supiste la lecci≤n de Gramßtica. Dijiste tantos disparates, que la clase toda se reφa, y con muchφsima raz≤n. ┐QuΘ vena te dio de decir que el participio expresa la idea del verbo en abstracto? Lo confundiste con el gerundio, y luego hiciste una ensalada de los modos con los tiempos. Es que no te fijas, y cuando estudias estßs pensando en las musara±as...
